La mujer en la que yo me voy a convertir después de esto que me está pasando.

Q’hubo, pelados. Como sé que ya se gastaron la quincena comprando huevos alemanes y farreando en algún establecimiento de dudosa reputación, les traigo una historia para volver aún más miserable su viernes. Tomé una decisión muy importante con respecto a las historias: al inicio voy a dejar un tema para que escuchen mientras leen porque hace unos días me enviaron una captura de pantalla del blog y estaban escuchando Sam Smith mientras leían una historia que tuvo lugar en el barrio Guacamayas de la ciudad de Bogotá, por obvias razones me dolió demasiado. El tema del día de hoy es «te necesito» de Los Tupamaros. Espero que respalden esta decisión así como yo los respaldo cuando dicen que les gusta la natilla con uvas pasas.

Como ya saben, mi familia no era lo que se dice adinerada, en mi familia hacíamos sopa y sacábamos la papa y la yuca en un plato aparte con hogao y arroz para simular que comíamos seco y sopa. Gente de bien. En su momento una de mis tías, la más brincona debe decirse, que ahora es cristiana debe decirse, se consiguió un flete pero EL flete, la persona que nos iba a sacar de pobres a todos. El sujeto tenía sus negocios secretos y tal vez turbios, pero decían que vendía esmeraldas, que era minero. Un señor de dos metros, espaldón, moreno, con anillos, chaqueta de cuero, zapatos brillantes y efectivo todo el tiempo. Era medio narco, pero si nos llevaba dulces cuando iba a la casa de mi abuela tenía mi completa aprobación y no quiero que nadie dude de la reputación de una persona que me compraba esas cajitas de uvas pasas cubiertas con chocolate de Triunfo que se llamaban «Uvas chéveres». Les doy dos minutos para que vayan a Google, lo busquen, lloren y regresen. A este personaje vamos a llamarlo don Ricardo y a mi tía pues Mirta porque Marta muy evidente.

En ese tiempo yo estaba pequeña, pero ya estaba en edad de salir a parchar con mis socios del barrio, ir al pasaje comercial del Restrepo y cosas así. Yo era consciente de que podía comprarme alrededor de 1759 obleas con par morados que cargaba don Ricardo, pero ávara jamás, siempre centrada: plata que no me trabajé plata que no me soyo, pero si a don Ricardo le nacía regalarme un Audi, bendecida y afortunada por supuesto. Para la gente que nos lee desde Kazajistán, la expresión «un morado» refiere un billete de $50.000 COP, hoy en día esa suma alcanza para una cubeta de huevos y $100 de cilantro, pero en ese momento alcanzaba para comprar no sé, una casa. Se le dice morado porque ese es el color del papel de billete. Continuemos.

Un domingo llegaron todos los de la familia a almorzar a la casa de mi abuela, don Ricardo llegó al barrio con una cantidad de fritanga descomunal con longaniza adicional, Colombiana (bebida gaseosa, soda, elixir de los dioses para bajar la grasa) y un petaco (canasta de envases) de pola (cerveza), para hacer refajo (bebida hecha a base de Colombiana y pola que resucitó a Jesucristo). Como era costumbre, don Ricardo nos trajo dulces a los niños de la casa, mi abuelita lo más de feliz que tan chimba traquetear en familia, es que era un tipazo. Comimos y los adultos se quedaron hablando en la sala mientras los niños jugábamos en otra habitación.

Estábamos jugando con mis primos ya todos sudados y vueltos mierda, entonces yo decidí ir a la cocina en diferentes oportunidades a tomar Colombiana directamente de la botella sin que se dieran cuenta los adultos. En uno de mis viajes a la cocina me encontré con una escena bien particular: Don Ricardo, mi tía Mirta y mi abuelita sostenían una conversación mientras mi abuelita calentada un poco más de fritanga porque ya tenían hambre nuevamente. El estar presente sin que ellos se percataran me hizo cómplice de una situación que no dimensiono aún. Don Ricardo le decía a mi abuelita lo siguiente:

—Necesito guardar una plata, en la casa no la guardo porque la señora del aseo de pronto la encuentra y usted sabe que uno no se puede fiar de nadie. Yo le reconozco algo para que me deje guardar esa platica y yo en unos quince días paso a recogerla, eso es de un negocio pero estoy a nada de concretarlo, es unos arriendos.

—Pues mijo, claro, guarde su platica. Vea, ahí en la pieza de Hernán (mi tío) hay un chifonier (del francés chiffonier) y ahí puede guardarla, yo le doy la llave que eso ahí queda seguro — replicó mi abuelita.

El diablo estaba conmigo escuchando esa conversación y me dañaron la mente, pelados. Desde ese momento estuve atenta a cualquier movimiento de los implicados, yo necesitaba saber cuánta plata era, en dónde la iban a guardar, quería saber qué se sentía tener plata. Cada familia para su casa y así culminó ese día.

En efecto, al otro día a primera hora llegó nuevamente don Ricardo, esta vez con unos maletines de cuero y se encerraron en la habitación de mi tío Hernán. Luego salieron sin maletines, tomaron tinto y así quedó todo. Pero para ellos, para mí era apenas el comienzo de un imperio de Bon Bon Bum. Cuando se fueron abrí la habitación de mi tío con un cuchillo como solía hacerse en cualquier casa de la localidad Rafael Uribe Uribe. Intenté abrir el armario, pero nada, estaba bajo llave, no había forma de penetrar esa caja fuerte. Me senté a tomarme la sopa de avena con extrema preocupación, «no puede ser que no haya manera de abrir un armario que tiene los cajones vueltos mierda», pensaba. Se me iluminó la cabecita, solo tenía que girar el armario, atrás debía tener puntillas o algo que me permitiera desarmarlo. Pero ¿Cómo hacerlo sin que se dieran cuenta? Exacto, necesitaba un campanero (un cómplice que sirve de vigilante en estos casos, un aviso de peligro puede salvar la vida de quien está involucrado directamente con el trabajo que se está haciendo). Le dije a mi primo, lo llamaremos Juancho. Una vez le di una visión amplia de lo que nos estaba poniendo diosito ante nuestros ojos, terminé su proceso de selección señalando:

—Y el que le haga alguna cosa usted me dice que usted sabe que yo lo mato y desde hoy siempre me va a cuidar la espalda.

Al otro día Juancho debía traer un martillo de su casa porque era hora de burlar la seguridad de la habitación del tío Hernán, debíamos llegar al botín aunque eso significara pasar por encima de la privacidad de la familia. Familia son familia, negocios son negocios, amigos en las calles amigos como los socios. Tuvimos que esperar a que Hernán se fuera a trabajar y era hora de poner en marcha nuestro plan: Juancho debía entretener a mi abuela y avisarme si alguien se acercaba a la habitación, todo esto mientras yo sacaba las puntillas que aseguraban la tabla trasera del armario en donde debía estar mi futuro. Fue más sencillo de lo que me imaginé. Quité tres puntillas y se levantó la parte inferior izquierda de la tabla que me separaba de una vida en las Bahamas sin hacer tareas de ciencias naturales.

Ustedes no se imaginan la cantidad de plata que había, no eran $100.000 COP como yo pensaba. Dizque arriendos, ¿Qué tenía arrendado pues ome don Ricardo? ¿El Ubérrimo? ¿El Amazonas? ¿San Andrés? Cuento tan chimbo ome. Eran ladrillos de luks, yo nunca en mi vida vi tanta plata. Quedé pasmada. ¿Ustedes saben cuántos paquetes de boliquesos podía comprarme con eso? Y eso que solo podía ver una esquina. Me enfrenté al dilema moral más gonorrea de mi vida: «Mi lema es «plata que no me trabajé, plata que no me soyo», pero ¿y si me la trabajé? ¿Y si llevo toda la mañana con un martillo detrás de un armario? ¿Acaso eso no es trabajar, Dios? ¿Acaso miento, padre? ¿Acaso yo elegí que en tu infinita sabiduría y poder decidieras ponerme en ese lugar y a esa hora para escuchar esa conversación? ¿Me merezco comprarme un refresco congelado de $200 por mi trabajo? ¿Acaso no es cierto que nada vale si no se comparte? ¿ESTOY MINTIENDO, SEÑOR? ¿ACASO NO ES JUSTO QUE LOS QUE TIENEN AYUDEN AL POBRE COMO CURASTE A LOS ENFERMOS DE LEPRA A TRAVÉS DE TU HIJO JESUCRISTO? ¿ACASO NO ES LO CORRECTO, DIOS TODOPODEROSO? Creo que la respuesta es afirmativa padre y agradezco tu infinita misericordia».

Par billetes ¿Quién se iba a dar cuenta? Con esa cantidad de plata quién lo va a notar. Agarré un depilador de mi mamá, me agarré el cabello y con mucha destreza y sigilosamente pellizqué un par de billetes y los deslicé suavemente hacia mí. Sobrepuse las puntillas, cerré y listo. El trabajo más limpio que había hecho y que he hecho hasta ahora. Juancho ñero, qué es lo que somos gonorrea. Nos fuimos y nos compramos como cinco mil pesos de pan y dos Coca Colas grandes, una para cada uno. Nos sentamos en el parque del barrio y agradecimos por las bendiciones, habíamos logrado nuestro cometido. Pero la plata corrompe, pelados, la plata daña el corazón más noble. Cuando íbamos para la casa vimos una chimba de Levi’s en una tienda del barrio, esos pantalones solo podían lucir chimbas en nosotros, en absolutamente nadie más. Tenía otro propósito, porque sin propósito para qué vivir.

—Juancho, par billetes nos compramos los Levi’s y ya nunca más, callados en la de nosotros — le dije manifestando mi deseo de darle status, yo le estaba ofreciendo status, aceptación y adrenalina.

—¿Será que se dan cuenta? ¿Y si nos matan? Don Ricardo debe tener pistola.

—Don Ricardo no va a matar a un niño, él es una buena persona. Además uno más uno menos y yo no puse las puntillas bien, es la última vez y ya se lo prometo por mi mamá — repliqué yo dándole todo el peso y valor a mi palabra.

Así quedamos, la avaricia le estaba respirando en la nuca a Juancho y a mí, para qué mentir. Era inexplicable el afán que corría por nuestra sangre de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie. No obstante, tocaba esperar al otro día, porque ya había llegado el tío Hernán cuando volvimos a la casa. No pude dormir esa noche, me sentía encanada ya limando el cepillo de dientes para defenderme en el baño y pidiéndole a mi mamá que me entrara un Nokia metido en la cococha. Pero igual lo quería, lo necesitaba, me lo merecía después de cenar maíz pira (palomitas de maíz, cotufas) con huevo durante tanto tiempo.

Otro golpe exitoso, ya fueron más billetes que la primera vez. Nos alcanzaba para los Levi’s y para mecato como por quince días. Yo quería más, pero era suficiente y no podía faltar a mi palabra. Martillé con tristeza las puntillas en esa tabla y me retiré con lo que había conseguido. Una chimba cómo nos quedaban esos Levi’s, a los que no les gustaron eran unos envidiosos porque nos perchamos muy chimba. El trabajo más limpio que hicimos con Juancho, mientras me medía el jean pensaba inevitablemente «la mujer en la que yo me voy a convertir después de esto que me está pasando».

Fue limpio hasta que mi mamá notó que tenía ropa nueva que ella no me había comprado porque evidentemente nunca había tenido ropa nueva.

—¿De dónde sacó eso? — me reclamó mi mamá.

—La mamá de Paula (el nombre de una niña random del colegio) fue a Estados Unidos y nos trajo cosas — respondí con determinación.

—A creerme marica, ¿no estará esculcando cosas y cogiendo lo que no es suyo, armatroste? — señaló mi mamá dudando de mi palabra.

¿Usted por qué se deja llenar la cabeza, mamá? ¿Por qué se deja confundir? Usted se deja confundir de la gente, ¿usted no cree en mí?

Le tocó creerme porque ella tampoco sabía de la plata escondida. Invicta salí, percha y con la cabeza en alto. Quién sabe si mataron a alguien por esa plata, pero fue una oportunidad que no podía desaprovechar y gracias a Dios no la desaproveché porque si no fuera porque crecí ese pantalón todavía lo usaría. ¿Valió la pena? Ha valido cada maldito segundo. Lo lamento demasiado, don Ricardo, pero ese cuentico tan chimbo de sus negocios no se lo creía ni usted. Si necesitaba respaldo, yo necesitaba honestidad. Sorry not sorry.

Si tiene un tío que ande en visajes raros, cojan un depilador y saquen lukitas para comprarme una camiseta en @clothing.revival_, pueden pillar los diseños en @graphic_revival. Severo si apoyan, no son Levi’s pero es con amor.

Gracias por leerme, raticas. Abrazos.

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Es más chimba el Frutiño que la sangría.

Queridos hermanos, reciban un cordial saludo. En medio del desempleo y la necesidad de tramitar las ganas de morir que me produce el proceso de buscar un nuevo trabajo que posiblemente me haga sentir miserable, recordé un suceso que quisiera compartir con ustedes que no salieron a farrear el día de hoy. Por favor vayan por un platico de chunchullo con papa salada para que esta entrada sea más amena porque calidad no puedo prometer, pero sí cariño. Una historia pequeñita, pero con amor.

Como ya saben, las condiciones económicas que me vieron crecer me hicieron creer que salir a comer pollo asado en Tunjuelito era un privilegio que solo podían darse personas como Sarmiento Angulo, en un momento de la vida esta situación me preocupó seriamente aún cuando la mayor preocupación de un niño debería ser elegir correctamente sus útiles escolares para que la portada del cuaderno guarde coherencia con la asignatura que se le había definido. Evidentemente, en mi cabeza de preadolescente la precariedad en la casa era una situación preocupante, pero no tanto como para mi mamá, quien debía asumir y responder a dicha situación. Yo solo me preocupaba, pero no hacía un culo finalmente.

En medio del desespero que genera el tener que acostarse temprano para no sentir hambre y, por lo tanto, no tener que cenar; con la frustración de levantarse y ver que en la cocina seguía la misma pega de arroz en la olla de hace dos días, mi mamá tomó la decisión de emprender. Valía la pena cualquier cosa que nos diera algo de dinero para comer arroz con tajadas y pagar el arriendo. Fue así como, después de un estudio de marketing con las vecinas del barrio, mi mamá determinó que el negocio que nos iba a llevar a París en cada cumpleaños sería la venta de nidos para pájaros. Yo la respaldé porque si mi mamá decía que era una mina de oro hacer casas de canarios pues yo le creo.

Los nidos se hacían con cabuya, mi mamá iba moldeando la casa de los pajaritos en cabuya con su máquina de coser. Habían tantos tipos de casas como tipos de pájaros, mi mamá hacía casas de interés social para canarios, pericos, bengalíes, loros, etc.; a cada casa le ponía un color en el borde que empatara con la personalidad y signo zodiacal del cliente. Era un emprendimiento el hijueputa. Esa etapa de nuestra vida fue muy charra, amigos, por lo pronto me voy a enfocar en un día particular de toda esa travesía.

Encontrar la materia prima fue muy complejo, pero finalmente mi mamá consiguió un lugar en donde conseguía la cabuya fique, la hilaza, los hilos, el vivo plástico y todo lo que necesitaba para fabricar los famosos nidos. Yo solía acompañarla a comprar los materiales cuando necesitaba porque las lonas con material pesaban mucho y obviamente nos teníamos que desplazar en bus de un lugar a otro.

Un día mi mamá no tenía material para los nidos y tampoco podía ir porque tenía que trabajar, en este punto es necesario aclarar que el emprendimiento de mi mamá era una actividad económica paralela a su trabajo, ustedes saben así se vive en Suiza. En vista de esa situación mi mamá tomó la peor decisión de su vida: confiar en mí.

Mamita, vaya y recoge la hilaza y la cabuya, yo ya la encargué con la señora y ella se la saca a la calle. Le paga y coge un taxi, que el señor le ayude a subirla y a bajarla — me indicó mi mamá.

Nosotras nunca tomábamos taxi porque eso era gastar plata que no teníamos, las ganancias eran para comida y arriendo, no para taxis. En este caso mi mamá decidió invertir porque el pedido era grande y yo iba sola. En realidad era una misión sencilla: recoger la mercancía y transportarla. Obstáculos: yo soy una boba hijueputa.

Muy juiciosa madrugué el sábado y me fui en bus hasta el negocio. Tal y como me había indicado la patrona, había una señora en la puerta de la bodega con dos lonas, cada una con 24 rollos de cabuya, pesaba más que la conciencia de Uribe. La señora me ayudó a tomar el taxi y a subir la mercancía. Yo iba azarada porque llevaba las vueltas del negocio que acababa de concretar, tenía un costal encima que me estaba apretando las tetas, era medio día entonces hacía un calor el hijueputa y me escurría sudor por el culo, el taxista me decía «Esas motos sí son imprudentes mija yo por eso le mando el carro para que respeten que llevo la vía», mientras yo miraba el taxímetro y el tarjetón para no pasarme de las ocho lucas que tenía para el transporte «cuando marque 8 lks me bajo esté donde esté», pensaba, qué desespero de situación.

Por fin llegué, pagué los ocho mil pesos y me bajé del taxi. Inocentemente, me hice frente al baúl del carro esperando que se abriera y que el conductor me ayudara a bajar la cabuya. El conductor no se bajó, el baúl no se abrió, el carro arrancó. Tres momentos claves de mi vida. La placa era MPH, mucho perro hijueputa. Me robaron, amá. El malparido se alejó tan rápido como pudo en ese Chevette, ocho mil pesos me costó que me llevara a la puerta de la casa y me robara lo que nos daba de comer. ¿Cómo le decía eso a mi mamá? «Amá, ya no me lleves a París. Los lujos no me traman. Es más chimba el Frutiño que la sangría. Mejor ya no hagas nidos, a mí me gusta la pobreza». Mi mamá no me habló en una semana, no era mi culpa nada de lo que había pasado, uno tiene que dejar ir las cosas y si no vuelven nunca fueron de uno. Olvídala mejor olvídala.

Eso era todo amigos, perdón por perder la magia, prometo mejorar.

Hablando de emprendimientos les quiero compartir algo esperando que puedan apoyar así como mis socios de noveno me apoyaron cuando vendí frunas con marihuana. Yo sé que ustedes solo usan Instagram para publicar fotos del culo con salmos en la descripción, pero sé que detrás de esos culos hay gente percha que puede valorar el trabajito que se hace con amor. Sigan en Instagram a @clothing.revival_, salieron una camisetas bien melas para que compren si les gustan, pueden ver los diseños a detalle en @graphic_revival. Estaría chimba contar con su apoyo, yo podría estar robando pero prefiero subirme a este G43 a vender camisetas. No sean como ese taxista hijueputa y apoyen lo local que se hace con más amor.

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LO MATARON ESTOS HIJUEPUTAS.

Sí, yo sé, el abandono es una hijueputada. Pero los llamo hoy al perdón social, queridos hermanos. Me hacen falta, me siento como cuando mi papá se iba con la moza a pasarla chimba y volvía borracho, comido, con la ropa sin lavar y arrepentido porque sabía que aunque le dieran cococha, en ningún lugar tendría tanta pobreza como en nuestra casa. Esa pobreza necesaria son ustedes. Mentiras, amiguitos, sí me hacía falta venir por acá a contarles mis vainas porque no tengo amigos. Sé que no están públicas las historias del blog, pero ya estoy trabajando para que las puedan leer siempre, estoy ajustando un par de detalles para que cada vez que las lean ustedes salgan de aquí siendo mejores ciudadanos.

Sin más, les traigo una historia cortica alusiva a Semana Santa porque si Dios conmigo quién en mi contra.

Mi familia es católica, partamos de ahí, yo ya les había comentado que la primera comunión, que la catequesis, que la santidad, nada novedoso. Como eso se impone por herencia, yo era fan number one de diosito, mi lema era «el que peca y reza, empata». ¿Rompí el vidrio del comedor con el palo de la escoba por estar jugando a Zoboomafoo? «Perdón diosito por esta vida descontrolada, no volverá a pasar», ¿me gasté dos mil pesos en tatuajes temporales con la plata del desayuno? «Perdón diosito por esta vida descontrolada, no volverá a pasar», ¿le pegué una patada en las bolas a mi hermano porque se comió todo el pan por la noche y no nos dejó desayuno? «Perdón diosito por esta vida descontrolada, no volverá a pasar», me limpiaba las lágrimas y seguía con mis negocios prósperos y con mi vida de influencer como si nada. Como yo era tan creyente, mi abuelita y mi mamá me querían mucho y a todo el mundo le decían «tan bonita la niña siempre rezando», y cómo no iba a rezar mi señora si me la pasaba robando comida en el líchigo y me quedaba con las vueltas de los mandados para comprar Motitas. Para Putin, quien nos lee en este momento desde otras latitudes, Motitas era un chicle legendario que mascábamos los niños chimbas de Colombia y líchigo es una palabra polisémica, puede referirse a una persona extremadamente tacaña o puede hacer alusión a una tienda de barrio en donde se encuentran diferentes víveres, hortalizas, verduras, etc., en este caso me refiero a este último.

Como mi familia es católica la Semana Santa en efecto era una semana destinada a cohibirse básicamente de todo lo chimba que supone el respirar en este planeta: no decir groserías, no tener sexo, no tomar licor, en suma, no hacer cosas malas a la luz de los mandamientos y principios de esta religión. ¿Cuestionable? Sí. A ver, una cosa es que me prohíban robar en una semana porque bueno, le hago mal a alguien y una semana no es tanto; una cosa es que me prohíban culear, porque bueno, mataron al hijo de Dios, qué tan malparido debe ser uno para pichar en un momento así, es como por respeto, porque para quedarse pegado tendrían que eyacular sacol, esa excusa chimba carece de fundamento; pero una cosa muy diferente es que me digan que si uno patea un balón el viernes santo está pateándole la cabeza a Jesús, a ver, que somos una mierda pero no somos las AUC, tengo 8 años señora. Lo mismo con el ayuno y con el no comer carne. Amá, no comemos carne en todo el año ¿Qué nos puede hacer Dios si comemos carne en Semana Santa? ¿Quitarnos la posibilidad de comer carne durante el resto del año? Amá, ya lo hacía, por favor es importante que no me lastimes con tus creencias. Lo único que no me daba duro de la semana era el ayuno, no comer hasta la una de la tarde, básicamente yo llevaba ayunando toda la vida y Dios no había sido capaz de regalarme una cocina de Fisher Price de esas engalladas bien chimbas ¿Cuál era el propósito? Sabrá Dios.

No me voy a desviar, teleparceros, era una Semana Santa de hace muchos años, no voy a dar fechas porque no recuerdo con exactitud, pero yo era apenas una niñita. Como a esa edad la familia le trabaja a uno el cerebro para todo, me metían tanto miedo en esa semana que yo llegué a pensar que Dios era un hijueputa dictador. NEA SOLTAME, SON LAS DOS DE LA TARDE DÉJAME COMER, TE JURO QUE SI YO HUBIERA ESTADO PRESENTE NO DEJO QUE MATEN A TU PELAO Y MENOS ASÍ ¿VOS SABÉS CÓMO HUBIERA ENCIENDO A PUÑALADAS A TODO EL MUNDO CUANDO LIBERARON A ESA RATA DE SAN VICTORINO Y DECIDIERON CRUCIFICAR A TU PELAO? RELÁJATE MI VALE QUE NO FUI YO, YO NACÍ EN LOS 90, YO ME HUBIERA PARADO RE DURO POR TU PELAO. A mí me lavaron tanto el cerebro, socios, que yo me preocupaba antes de Semana Santa y me daba una ansiedad la hijueputa pensar que iban a matar a Jesús. Y así todos los años. ¿Ustedes saben el daño que me hizo eso? ¿Saben cuántas veces dudé de mis socios de Tunjuelito cuando supe que los apóstoles no se pararon por Jesús? A Jesús que curaba gente, convertía el agua en vino, multiplicaba la comida, sacaba hippies de la iglesia, básicamente el mejor socio que uno puede tener. Imaginen irse de farra con Jesús:

—Mi rey, la media sale a 100 lks y ponen crossover, pero nos toca como de a 20 lks. Tocará entrar farros de una vez y mejor compramos unas polas para bailar con los fletes. ¿Qué hacemos?

—Relajado mi vale, saquemos agua de la llave de la estación de Transmilenio, yo la convierto en vinito y nos farreamos bien chimba. No copy de nada, qué es lo que somos.

—Breve, mi rey. Pero severa gurbia marica, toca comer algo antes para no volquetearnos. Yo tengo solo un pan.

—Relajado mi vale, pille seis panes con salchichón para toda la banda. Más bien coman rápido que tengo sed.

—Mi rey, qué guayabo tan hijueputa.

—Mi vale, tómese una pola fría y queda curado.

Si lo negaron a él y lo mataron, ¿Qué me esperaba a mí que me escondía detrás de la casa a comer oblea para que no me pidieran un bocado? En un güiro en el Tunal o en una farra postusa yo no podría contar con socios, básicamente. Un trauma el hijueputa, les cuento.

El hecho es que, a raíz del miedo de vivir para siempre en los sótanos del infierno, yo acompañaba a mi abuela y a mi mamá a todas las procesiones, a todas las misas y a cuanta integración se le ocurría al cura de la parroquia del barrio durante esa semana. Todas esas viejitas que llevaban almohada para sentarse en la iglesia eran íntimas mías, eso hablábamos de esa juventud perdida, de esos indios marihuaneros y entre todas rezábamos por el perdón de las almas perdidas que se embarazaban a los 14 años cuando lo correcto sería casarse a esa edad con un tipo de otra finca unos cincuenta mayor que uno para que lo preñe durante quince años consecutivos sin que sane la cesárea ni siquiera, porque el amor católico es sacrificado, ustedes saben que es así.

Era una semana muy pesada, muchachos, eran jornadas largas y tediosas, pero era eso o que se me quemara el culo en el infierno por fumar papel en la terraza. Eran densas esas jornadas no solo por el desgaste físico de estar en misas de tres a cuatro horas, sino por el desgaste emocional que suponía escuchar todo lo que sufrió Jesús POR MI CULPA.

—Jesús murió por tus pecados, su mayor muestra de amor fue morir por tus pecados—, decía el cura en la misa.

¿Te dejaste pues crucificar por mí? ¿Por amor a mí te dejaste matar? ¿Yo te maté por fumar papel en la terraza y por decirle a mi mamá mentalmente «tonta asquerosa tacaña cómo la odio» cuando quería un dulce y me decía «en la casa hay sopa»? ¿Yo lo causé? ¿Pero en qué clase de mierda me convertí en estos ocho años? Era agotador, me pesaba cada chicle que me compré sin pedir permiso. Tocaba afrontarlo, pero me daba mucha tristeza y culpa todo lo que contaban en la iglesia, cagada con Jesús porque el man toda la vida sano, sin hacer nada divertido y van y lo matan porque los otros sí la pasaron chimba. Muy triste, sinceramente yo me sentía cada vez más afectada, era tristeza real, pelados, no les miento. Esa tristeza se intensificaba justamente el día en el que mataban a Jesús, pero era más hijueputa cuando ya estaba en el velorio, si se puede llamar de esa manera.

Llegó la hora de ir visitar la figura del cuerpo de Jesús, fuimos tarde en la noche con mi mamá y mi abuela. En la parroquia habían puesto una figura tamaño real de Jesús en un cajón transparente, lleno de sangre, con la corona de espinas, todo mal, LIMPIALE LA CARA OME MONAGUILLO PEREZOSO HIJUEPUTA CÓMO ME DEJAS AL PARCERO ASÍ TODO ESMALTADO. Uno entraba y el silencio era total, habían muchas personas rezando alrededor de esta figura, pasaban, tocaban el cajón, hacían sus plegarías y se hacían a un lado a seguir orando. Era mi turno de pasar a verlo, en este punto tienen que saber que para mí eso era real, para mí lo habían matado el día anterior en Diana Turbay por robarle el celular. Me acerqué al cajón, lo vi, sentí la seriedad que cubría ese establecimiento y me desbordé en llanto, llanto sincero que no pude contener por la profunda tristeza que tenía en mi corazón. ¿Cómo por mi culpa mataron al hijo de Dios y lo dejan aquí botado al sur de Bogotá como un perro?, pensaba mientras lloraba como Magdalena. El desborde emocional que tuve debía expresarlo de alguna manera, porque me iba a morir con él, yo sentí que me estaba muriendo con él, miré a mi mamá y le dije con la voz quebrada, pero duro para que me escuchara porque estaba concentrada:

—LO MATARON ESTOS HIJUEPUTAS MAMI. MIRE LO MATARON.

Del silencio que había en la sala de velación no quedó nada. El silencio y mi dignidad salieron del lugar. Todos empezaron a reírse de mí, tan curiosa la niña, ¿DE QUÉ TE REÍS VIEJITA DE PUTA MIERDA NO VES QUE MATARON AL MESÍAS Y AHORA DIOS VA A MANDAR RAYOS Y NOS VA A MATAR A TODOS? ¿NO VES QUE LO MATARON PORQUE TE LA PASAS HABLANDO MIERDA DE DOÑA TULIA CON DOÑA CARMENZA CUANDO SE ENCUENTRAN EN EL LÍCHIGO? ¿NO TE DAS CUENTA PUES HIJUEPUTA QUE MATARON AL ÚNICO MAN DEL MUNDO QUE VALÍA LA PENA? POR ESO LE DIO ARTRITIS, MALPARIDA. Sentí la traición, sentí que le dieron la espalda a mi parcero.

Mi mamá me sacó de la iglesia, me secó las lágrimas y me dijo que no me preocupara que al otro día resucitaba. Señora, ¿USTED ESTÁ CONSCIENTE DE LA MIERDA QUE ME ESTÁ DICIENDO? APUÑALARON AL PARCERO, ¿CÓMO VA A REVIVIR SI YA LO LEVANTÓ MEDICINA LEGAL? DESTÁPELO QUE ME QUIERO DESPEDIR, NO HAY NADA QUE HACER. NADIE ES ETERNO EN EL MUNDO NI TENIENDO UN CORAZÓN QUE TANTO SIENTE Y SUSPIRA POR LA VIDA Y EL AMOR, ESE CHORRO NO ES PA’ COMULGAR ES PARA LAS ÁNIMAS, ESE CHORRO ES PARA MI PARCERO. SÁCALO Y LO LLEVAMOS A FARREAR A LA SETENTA, QUE SE DESPIDA CON LA BANDA, CON LOS SOCIOS QUE LO VIERON CRECER.

Finalmente sí resucitó, al otro día ya todos estaban felices y el parcero ya no estaba en el cajón, sino en los hombros de la gente que cantaba y celebraba. Yo fui quien quedó como la payasa del barrio, por mis sentimientos sinceros. Les pido que no jueguen nunca más así con el corazón de una buena cristiana, mentirosos hijueputas.

Eso era todo, queridos hermanos. Perdón por la mala calidad, ya se me olvidó vivir.

Pelados, voy a tratar de estar más atenta al blog porque ya me fui mucho tiempo y no tengo empleo para llegar con pollo asado cada seis meses. Pronto voy a contarles cosas chimbas a ver si me apoyan ya que ninguno se ha manifestado con cinco lks de bofe al menos. Los re tkm.

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Siga al fondo

Queridos hermanos, bienvenidos a esta maricada que acabo de abrir. No sé muy bien cómo funciona esto de tener un blog pero como decía el finado Don Plácido, «nadie nace aprendido»… así que siga al fondo a la derecha y bien pueda comenzar a cortarse las venas con un pedazo de foami.

 

 

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